Además de la enorme importancia que la convivencia de las cuatro culturas aporta al presente de Melilla, no hay que olvidar la privilegiada situación que históricamente mantuvo la ciudad y que ha sabido conservar los importantes legados que fenicios, romanos, vándalos, bizantinos y árabes dejaron en ella. Por si estos legados fueran pocos, Melilla cuenta con más de 900 edificios modernistas y «art decó». Todo ello ha convertido a Melilla en un singular Museo arquitectónico tan diverso como exótico y diferente.
Melilla la Vieja o «El Pueblo», como cariñosamente le llaman los melillenses, y que muchos ahora también conocen con el nombre de La Ciudadela, comprende el recinto fortificado que comenzó a construirse en el s.XV sobre la roca que sirvió de asiento a la antigua Rusadir de fenicios y romanos, destruida y reedificada varias veces, a lo largo de la Historia, como consecuencia de las invasiones de vándalos y árabes, o de las luchas intestinas de las tribus bereberes. Este conjunto monumental se compone de cuatro recintos separados por un foso o cortadura. Los tres primeros se internan en el mar y el cuarto sobre el continente. En este último destacan los Fuertes del Rosario y de las Victorias, desde donde se realizaron los disparos del cañón «El Caminante» que determinó los actuales límites de Melilla.
Frente a la Plaza de las Culturas, en pleno centro de la ciudad, está situada la Melilla del s.XIX formada por los pequeños y coquetos barrios del Fuerte de San Carlos, Fuerte de San Miguel, Alcazaba y Mantelete.
Desde la plaza se puede subir por la carretera de la Alcazaba para contemplar una panorámica del Frente de la Tierra y parte de la Ensenada de los Galápagos. Al descender la cuesta de regreso a la plaza se puede ver el frente abalaustrado del tercer recinto sobre el Foso de los Carneros, en el que destacan la Torre de la Alafia, el Cuartel y el Baluarte de San Fernando. A éstos se accede a través del Túnel de San Fernando. Desembocaremos en el Foso del Hornabeque, antes de pasar el Túnel de la Victoria y los Baluartes de San Pedro y de San José situados en el segundo recinto o Plaza de Armas.
Desde aquí seguiremos paseando por las calles y edificios que encierran las torres y murallas renacentistas del primer recinto: la Puerta y Capilla de Santiago (única construcción religiosa de estilo gótico en todo el continente africano), los Aljibes, el Conventico que sirviera de refugio a la población en épocas de asedio, Almacenes, Iglesia de la Concepción y el Hospital del Rey convertido hoy en un original Centro de Exposiciones.
Como complemento a estas visitas en Melilla la Vieja, podemos visitar los fuertes exteriores a la Plaza que comenzaron a construirse en el s.XIX. Desde el Fuerte de Camellos, seguiremos por el de Cabrerizas y terminaremos el paseo en el fuerte exterior de Rostrogordo.
La ciudad moderna de Melilla tiene un encanto muy especial. Dejando atrás la ciudad del s.XIX, el paseo puede comenzar por la hermosa Plaza de España, presidida por el Palacio de la Asamblea, la construcción «art decó» de Nieto. La Plaza de España sigue teniendo una gran animación al tratarse del centro neurálgico de la ciudad de Melilla. Rodeando la plaza llegaremos al Casino Militar y al Banco de España, dos edificios muy emblemáticos de la ciudad. Desde allí vale la pena prolongar el paseo visitando las calles y manzanas que forman el Barrio de Reina Victoria (hoy Héroes de España) conocido como el «Triángulo de Oro».
Declarada Conjunto Histórico-Artístico, Melilla la Vieja se muestra como una soberbia fortaleza asentada sobre un peñón que se adentra en el Mediterráneo, unido a tierra firme por un istmo. Está compuesta por cuatro recintos fortificados, separados por fosos, edificados a partir del s.XV sobre la antigua ciudad y que albergan un valioso patrimonio monumental.
El recorrido sigue un sentido cronológico invertido, ya que se accede desde el recinto más moderno, el Cuarto, para terminar en la parte más antigua, el Primer Recinto.